La biblioteca
Ese día fui a la biblioteca. Llegué allí y me puse a buscar en la sección de libros de misterio. Nunca miraba en esa parte, pero quería empezar a leer libros de ese tipo. Muchos títulos me llamaron la atención, pero me paré en uno titulado
Tu Historia. Lo cogí de la estantería, y me acomodé en un sofá de lectura que habían instalado hace poco.
Abrí el libro por la primera página, donde había una especie de advertencia, que recuerdo que decía:
“No sigas. No te arriesgues a leer este libro. Solo una persona muy poderosa podría afrontar los problemas que lleva consigo. Si no te vas a dedicar en cuerpo y alma a él, no lo leas. Puede traer muchos problemas. Soy alguien que lo ha sufrido.”
En aquel entonces, no me creí este aviso, pensando que sería una broma. Y empecé a leer. Debería haber hecho caso.
Cuando me di cuenta, ya era la hora de cenar. No lo hubiera sabido si la bibliotecaria no me hubiera avisado de que iban a cerrar. Le pedí que me dejara llevarme el libro, como siempre, con el carné de la biblioteca. Pero me dijo que no, que ese se debía quedar allí. Me extrañó bastante, pero no tenía tiempo de pedir explicaciones. Llegaba tarde a cenar, y mis padres estarían preocupados. Empecé a correr. Todo menos un castigo. Durante esa carrera, me puse a pensar en el libro. No sería verdad la advertencia, ¿no?. No parecía un libro peligroso. La historia no daba nada de miedo, y no tenía misterio alguno. Pero, aunque no me estaba entusiasmando, tenía ganas de seguir leyendo. El argumento trataba sobre un pueblo encantado, con criaturas mágicas. Pero todo allí es tranquilo, y no pasa nada. Sería un libro aburrido de leer. Llegué a mi casa, y entré. Por suerte, aún no habían comenzado a cenar. Solo me gané un: “¿Dónde estabas? Tienes que llegar antes, es muy tarde.”
Cenamos y me acosté. Al día siguiente era sábado, y abría la biblioteca. Podría estar mucho tiempo allí, leyendo. Por la mañana, estaba segura de que había soñado algo, pero no me acordaba que. Volví a ir a la biblioteca, y busqué el libro. Antes de ponerme a leer, le pedí a la bibliotecaria que si no salía antes de las dos, me avisara. No quería llegar tarde también a comer. Seguí leyendo por donde me quedé. Al rato, algo me llamó la atención. Llegaba al pueblo de la historia un extraño joven a caballo, del que había una ilustración. ¡Era igual que el de mi sueño! Ahora lo había recordado. En él también aparecía un extraño monstruo, del que había una ilustración en la siguiente página.
Paré de leer. Eso me empezaba a dar miedo. Además, ya era casi la hora de comer. Pero antes de irme, le pregunté a la bibliotecaria por qué no me podía llevar el libro. Ella me respondió: “Si me haces esa pregunta hoy, el segundo día que te estás leyendo el libro, ya sabes por qué no te lo puedes llevar. No le hiciste caso a la advertencia, y ahí tienes las consecuencias.” Eso terminó de asustarme, pero ella me ayudó,explicándome: “Si quieres, deja de leer el libro. Pero la cosa no termina ahí. Cuando sepas lo que sucede luego, ven a verme. Yo te ayudaré.”
Volví a casa, bastante asustada, pero a la vez más tranquila, al saber que la bibliotecaria me ayudaría.
Durante esa semana, me olvidé un poco del tema del libro. Pero me seguía pareciendo que soñaba algo, y nunca me acordaba. Pero me volvieron a suceder cosas extrañas: aparecían ilustraciones de mis sueños en los libros de texto, o veía que algunas personas se parecían a las de la historia.
El sábado siguiente volví a ir a la biblioteca, y le expliqué a la bibliotecaria lo que me ocurrió. Era lo que ella se imaginaba. Y me dijo: “Ahora, debes decidir tú sola. Como ya sabes, el libro te persigue, y no te dejará hasta que lo termines. Tú decides si quieres afrontarlo o huir de él.”
Decidí afrontarlo. Y me explicó como. Debía terminarme el libro, contra más rápido, antes terminaría todo.
Como aún era pronto, leí, y leí, y leí todo lo que pude, sin parar. Aparecía todo lo que había soñado, hasta lo de la noche anterior. La siguiente página estaba en blanco. Y todas las demás. Le había ganado al libro. Eran mis sueños los que hacían la historia, y el libro se había quedado sin sueños para continuar. Ya no me podía perseguir más.
Como ya lo había terminado, mis sueños volvieron a ser normales, y mis libros también. El libro volvió a su estantería, y la bibliotecaria y yo nos encargamos de que nadie lo volviera a leer.
Hay muchos libros bonitos en el mundo para dejar que alguien lea ese.
FIN