lunes, 26 de abril de 2010

la cabra viajera


La cabra viajera
Un día ya muy tarde llegó al poblado de “Minas Solas”, una cabra mayor y muy cansada, empujando una vieja motocicleta, así que se dispuso a pasar la noche allí, ya no tenía fuerzas para continuar el viaje. Se dirigió a un aldeano y le dijo:

  • Buenas noche señor, podría indicarme un lugar donde poder descansar, después de un largo viaje.
El vecino de “Minas Solas”, le indicó:

  • En este pueblo señora cabra solo disponemos de una pequeña pensión, qué es aquella que se encuentra donde la farola parpadea.


  • Muchas gracias, amable vecino.
Dicho esto se marchó caminando muy despacio hacia aquella casa que también hacía de pensión. Nuestra amiga no tuvo problemas en ser admitida, en realidad en la pensión siempre había alguna cama libre, pues a “Minas Solas”, no solían acudir muchos turistas. A veces alguien de forma accidental o que se hubiera desorientado. Le asignaron una habitación al fondo de un pequeño pasillo y antes de retirarse a descansar se dirigió al camarero, cocinero y dueño de la pensión para preguntarle:

  • Señor posadero, podrías informarme si existe algún medio de viaje que llegue hasta aquí.
El posadero le miró y sin pensarlo mucho respondió:

  • En otros tiempos hasta “Minas Solas’’, llegaban todo tipo de vehículos y varias veces al día, pero desde hace ya tiempo, en realidad solo llega el tren y uno solo al día.

  • Y bien, señor, dijo la cabra, ¿cuando se produce eso?

  • Muy de mañana, sobre las 7,00 horas, pero no se preocupe ya que difícilmente llega su hora, siempre trae retraso.
Nuestra amiga la cabra se marchó a su cuarto y se dispuso a descansar. A la mañana siguiente, bien temprano la cabra se levantó, salió de su cuarto y se encontró con el posadero que se había levantado más temprano aún, y le preguntó:

  • Buenos días, Señor posadero, ¿queda muy lejos la estación del tren?

  • No, contestó este, en realidad en este pueblo todo está cerca, llegue hasta el final de esta calle.
Así que nuestra amiga se puso manos a la obra y se dispuso a cubrir el pequeño trecho que separaba la pensión de lo que era la estación del tren. Cuando ya estaba muy cerca de la misma, escuchó el inconfundible pitido del tren.

  • Vaya, pensó la cabra, hoy al menos ha sido puntual.
Y aligeró el paso, cuando al fin llegó a la estación, su cara se quedó blanca, el pitido del tren que había escuchado era el que este emitía al marcharse de la estación. El tren había llegado con adelanto y con adelanto se marchaba, quedándose nuestra amiga la cabra en tierra y según lo escuchado al posadero hasta el día siguiente no había otro tren. Pero para no perder más tiempo se dirigió a la ventanilla que vendía los billetes del tren para preguntar cuánto valía un billete y comprarlo. De nuevo se asombró al escuchar nuestra amiga la cabra el importe del billete que excedía del dinero que ella tenía. La estancia en la pensión le había reducido su pequeña fortuna y se encontraba con un problema más. Nuevamente puso rumbo al pueblo, en realidad nunca había salido de él y se preocupo de empezar a buscarse alguna ocupación con la que ganar algún dinero para poder comprar el billete. En una casa había un cartel que ofrecía un pequeño salario por ayudar en el lavado de ropa, así que nuestra amiga no lo dudó y hasta allí fue:

  • Vengo por lo que pone el cartel de la puerta, estoy interesada en ese trabajo.

  • Muy bien, le respondió aquel hombre, el trabajo es suyo.
Nuestra amiga le explicó al dueño de aquel pequeño negocio, su situación y que necesitaba ganar algo de dinero para poder completar el importe del billete de tren y poder continuar su viaje. Ese día nuestra amiga trabajó sin descanso hasta el final de la jornada y en recompensa por su esfuerzo el hombre de negocios le dejo pasar la noche en un pequeño rincón de aquella casa para que con lo ganado y sus pequeños ahorros pudiera comprar el ansiado billete y además se ahorraría el importe a pagar en la pensión. Pasó toda la noche muy inquieta, sin apenas poder dormir, el recuerdo del día anterior le impedía conciliar el sueño y no quería que al despertar el tren hubiera partido de nuevo sin ella. Aún todavía de noche se levantó y se puso rumbo a la estación, cuando salió a la calle un manto blanco de nieve cubría todo el pueblo y el frío era muy húmedo, no obstante se dirigió a la estación y se dispuso a comprar el ansiado billete. La ventanilla se encontraba cerrada y un letrero colgado en ella advertía que con motivo de la nieve que caía y de la ventisca que se acercaba se había suspendido la llegada del tren de este día. Nuestra amiga la cabra no salía de su asombro, nuevamente se encontraba sin poder viajar y en aquel pueblo como recordaba haberle dicho el posadero el tren era el único medio de salir y de llegar a “Minas Solas”. Se estaba convirtiendo en un quebradero de cabeza dejar el pueblo.
No teniendo nada que hacer hasta mejor ocasión, nuestra amiga marchó a la casa de lavado y se ofreció al dueño a continuar con aquella labor, así le agradecía las atenciones que con ella había tenido y se seguía buscando un dinerito extra que más adelante ya sabría usar. Así paso nuestra amiga los tres días siguiente, siempre con nieve de por medio, hasta que por fin un día amaneció con un sol radiante y la nieve empezó a derretirse si aquello continuaba así pronto se volvería a poner en funcionamiento el servicio del tren. Esperanzada en ello corrió nuestra amiga rápida a la estación quería saber cuándo podría viajar al fin. En la estación sin embargo las noticias no eran nada alentadoras la compañía del tren aprovechando los días con el servicio interrumpido y que el número de viajeros que llegaban y salían de “Minas Solas”, era escaso había suspendido el servicio. Otro duro golpe para nuestra amiga, que estaba visto que salir de aquel pueblo se iba a convertir en toda una historia.

4 comentarios:

  1. Juan Jesús me ha gustado mucho tu cuento, está bien redactado y utilizas un vocabulario rico y fluido. Creo que este tema merece que lo continúes con una segunda parte pues nos hemos quedado con las ganas de saber si alguna vez la cabra pudo salir del pueblo o se quedo para siempre allí, y qué aventuras vivió, qué oficios desempeñó,... Espero que nos deleites con una segunda parte de " La cabra viajera " Enhorabuena.

    ResponderEliminar
  2. juan jesus es el mejor cuento de todos los que me he leido

    ResponderEliminar
  3. Juan Jesus es cuento es muy interesante y largo

    ResponderEliminar